El debate ha trascendido al ámbito de la política al desatar una cruenta guerra entre la coalición y la oposición. El frente se abrió cuando la canciller, Angela Merkel, decidió alargar la vida útil de las 17 centrales nucleares del país una media de 12 años, medida incluida en el ambicioso plan de ahorro, presentado por el Ejecutivo el pasado junio.
La idea de la canciller es que los consorcios energéticos paguen una tasa llamada "de combustión de elementos", por la que se generarán hasta 15.000 millones de euros al año. Esos fondos serán utilizados para desarrollar las energías renovables y reducir así las emisiones de CO2.
"Toda una revolución", como lo calificó la líder cristianodemócrata, de no ser porque se trata de sacar rentabilidad del empleo de la energía nuclear. Al quedar aprobada el pasado 6 de septiembre, por una ajustada mayoría en la cámara alta, Alemania abandona el apagón nuclear que programó hace dos legislaturas el ex canciller de la coalición socialdemócrata-verde Gerhard Schröder para 2022.
Desde entonces, los Verdes, especialmente enfurecidos, no han dejado de programar acciones antinucleares por todo el país, que durante semanas han tenido gran afluencia. El partido, hoy en manos de Claudia Roth y Cem Özdemir, se fraguó en los años setenta al calor de los primeros brotes del movimiento antinuclear.
Este fin de semana, el sol que sonríe, símbolo histórico de las primeras protestas antinucleares en Alemania, ha vuelto a salir a la calle. Entre tanto, Los Verdes siguen escalando puestos en los sondeos de intención de voto, llegando a ser el primer partido de la oposición, por delante del SPD, con entre un 20 y un 25% de la intención de voto.
La popularidad de la que goza la formación es tal que incluso tiene posibilidades de colocar a su candidata, Renate Künast, al frente del Ayuntamiento de Berlín en las próximas elecciones.
Fuente: Público 07/11/2010.